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El zorro y las gallinas

Había una vez un zorro que estaba obsesionado con los huevos de las gallinas, era su plato favorito. Siempre andaba rondando por los gallineros en busca de su apreciado botín, en especial en uno. En este gallinero, las gallinas indefensas veían como cada noche el zorro se llevaba sus huevos, y si no lo dejaban hacerlo, éste las había amenazado con que se llevaría a ellas para comérselas. En esta granja, el dueño veía que su número de gallinas crecía muy lentamente y que casi no ponían huevos. Esto no le servía y pensó en vender a todas sus gallinas. Estas al enterarse de las intenciones del granjero decidieron trazar un plan. Esa misma noche cuando el zorro vino a visitarlas, le ofrecieron todos los huevos que quisiese con tal que no se llevase a los que estaban empollando. Al zorro le pareció una buena oferta y durante esa noche se llevó todos los huevos. El zorro y las gallinas Al día siguiente el granjero fue al gallinero en busca de huevos y se encontró con que

El vuelo de las gallinas

Esto está muy mal, no sé a dónde iremos a parar. Cada vez está todo peor y no hay quien lo arregle. Mi trabajo es una m… pero tal como está el patio… Gallina Y así sucesivamente. Seguro que le suena de haberlo oído por la calle, en los transportes públicos o tomando un cafelito.  No sé si Usted es de los que lo dicen, lo escuchan o ambas cosas. Claro que la situación es mala, pero para comparar puede usted visitar una residencia de ancianos y verá un presente mucho peor, que seguramente será su futuro. Aprovechando la visita les puede preguntar por los tiempos en que estos ancianos les tocó vivir en su juventud: entonces la tesitura oscilaba entre jodida y muy jodida.  ¿Indignados o deprimidos? Quejicas, eso es los que somos. Cualquier superviviente de un campo de prisioneros, de concentración, gulag comunista, catástrofe, etc. le puede explicar que quejarse no le salvó el pellejo, sino aceptar lo que había, apretar los dientes y tirar para adelante haciendo de t